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Publicado a la revista MESALUT el mes de Julilo de 2014.
El día 7 de agosto del 2012 me operaron de cáncer de próstata. Como consecuencia de este episodio, sufro, aparte de otras molestias, una incontinencia urinaria, que, al preparar la intervención quirúrgica, me dijeron que después se podría solucionar.
Este hecho me produjo gran preocupación y angustia, pues, me mermó mucho mi calidad de vida. Los pañales pasaron a formar parte de una pieza más de mi vestuario y no podía, a pesar de estar totalmente recuperado de la operación, ir demasiado lejos de casa, siempre pendiente de este angustioso problema.
Al comentarlo con el urólogo, éste me sugirió hacer unas sesiones de rehabilitación de suelo pélvico. Escogí el Centro Kine, en Lleida, y el 8 de noviembre de 2012 empecé las sesiones con dos sentimientos opuestos: Un poco de esperanza y una cierta desconfianza. La gran necesidad que tenía de que todo fuera bien, me hacía dudar del éxito.
Me apliqué mucho en hacer los ejercicios que me proponía Judit, la terapeuta que me asignaron. Tuve que poner mucha fuerza de voluntad e irme convenciendo de que todo iría bien. Al principio la mejora en el control de la incontinencia era lenta, pero ya iba viendo que había escogido una buena hoja de ruta. Poco a poco mi mente fue cambiando hasta el convencimiento de que el éxito llegaría más tarde o más temprano. Después de cinco sesiones, en lugar de necesitar cuatro o cinco pañales diarios pasé a usar dos o tres. La mejora era evidente.
Me di cuenta que a parte de la mejora física también se producía una mejora psíquica dentro de mí. Las dudas se me desvanecieron. El convencimiento de mi curación fue seguro. Asistía a las sesiones con seguridad y mi fuerza de voluntad fue más exigente que al comienzo.
En la actualidad ya he terminado las quince sesiones programadas y el problema lo tengo resuelto en un 85 % y sólo necesito un pañal diario. Tengo que seguir en casa haciendo los ejercicios de recuperación del suelo pélvico que hacía en el Centro Kine y así, estoy completamente seguro, podré vencer definitivamente la incontinencia que tanta angustia y preocupación me han ocasionado.
No quisiera terminar el relato de esta experiencia sin agradecer a Judit, la dedicación, profesionalidad y trato que me ha dado en todo este periodo de tiempo. Sin su aliento, su paciencia y su buen carácter, me habría sido mucho más difícil salir de la situación a la que el maldito cáncer me llevó.
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